El
Museo Nacional Thyssen-Bornemisza presenta Los impresionistas y la fotografía
una exposición que quiere descubrir la repercusión que la invención de
la fotografía tuvo en el desarrollo de las artes plásticas en la segunda mitad
del siglo XIX y plantear una reflexión crítica sobre las afinidades y mutuas
influencias entre pintura y fotografía, sin olvidar la polémica entre críticos
y artistas que suscitó su aparición.
Desde
los primeros daguerrotipos de finales de la década de 1830 y, sobre todo, tras
el descubrimiento en años posteriores de las técnicas de impresión fotográfica
en papel, la relación entre fotografía y pintura fue muy estrecha. El ojo
artificial de la cámara de fotógrafos como Gustave
Le Gray, Eugène Cuvelier, Henri Le Secq, Olympe Aguado, Charles Marville o
Félix Nadar, estimuló en Édouard Manet, Edgar Degas y en los jóvenes impresionistas Camille Pisarro, Paul Cézanne, Alfred Sisley, Claude Monet, Marie
Bracquemond, Pierre-Auguste Renoir, Berthe Morisot y Gustave Caillebotte,
en nuevo modo de mirar el mundo.
Al impresionismo le
valió no solo como fuente iconográfica sino también como inspiración técnica,
tanto en la observación científica de la luz o en la representación de un
espacio asimétrico y truncado como en la
exploración de la espontaneidad y la ambigüedad visual. Asimismo, por influencia
de la nueva factura impresionista, algunos fotógrafos, sobre todo los
pictorialistas de finales de siglo, comenzaron a preocuparse por la
materialidad de sus imágenes y a buscar
fórmulas para hacer sus fotografías menos precisas y más pictóricas.
Con
su capacidad única de suspender el tiempo y mantenerlo vigente de manera
indefinida, la fotografía se mostró para ellos como una victoria simbólica de
los hombres sobre la temporalidad y propició una revolucionaria transformación
de su representación pictórica. Por su parte, la luz, elemento fundamental para
los impresionistas, también le emparejó con la fotografía, mientras que su
libertad absoluta en el uso del color les diferenciaba de ella.
Los
nueve capítulos temáticos en los que se articula la muestra permiten apreciar
la confluencia de intereses de pintores y fotógrafos, y mostrar esa nueva
mirada y la libertad artística que caracterizó a la sociedad mediatizada por la
renovada cultura visual que trajo la fotografía:
El Bosque
Hacia
mediados del siglo XIX, el paisaje era ya el género dominante de la pintura
francesa y uno de los motivos preferidos de los fotógrafos artistas. El bosque
de Fontainebleau o los parques de los alrededores de París fueron los destinos
favoritos de todos ellos.
En esta sección, las
pinturas de los precursores del impresionismo –Gustave Courbet, Camille Corot, Théodore Rousseau o Charles Daubigny- se
confrontan con las fotografías de Gustave Le Gray, Eugène Cuvelier o Henri Le
Secq, que acarrearon sus equipos fotográficos al interior Edgar Degas.
Bailarina basculando (Bailarina verde), 1877-1879. Museo Nacional
Thyssen-Bornemisza, Madrid / Eadweard Muybridge. “Mujer bailando” en Locomoción
animal, lámina 189, 1887. © Victoria and Albert
Museum, London. La búsqueda de la verdad de la naturaleza de los pintores
naturalistas y de los primeros fotógrafos sería heredada por los
impresionistas, como Comille Pissarro,
con un nuevo enfoque muy cercano a las imágenes captadas por los fotógrafos.
Figuras en el paisaje
Para los futuros
impresionistas, pero sobre todo para Claude
Monet, el bosque se trasforma en telón de fondo de algunas de sus primeras
pinturas de figuras en el paisaje. En su tratamiento naturalista, Monet contrasta con Édouard Manet, a quien no
le interesó especialmente la pintura al aire libre, y sus esquemáticos fondos
paisajísticos se caerán más bien a los fondos decorativos del retrato
fotográfico como los que puso de moda Olympe
Aguado. En este apartado también se ponen en relación los retratos en
exteriores de la familia de Fédéric
Bazille, que parecen posar ante una cámara al aire libre, con los retratos
fotográficos del grupo de Édouard Baldus.
El agua
El
mar fue una fuente inagotable de inspiración para la modernidad. Los paisajes
marinos de Gustave Le Gray, unas
fotografías sintéticas de primeros planos de mares agitados y nueves de la
costa de Normandía, dialogan aquí con diversas pinturas de mares y cielos de Boudin y Monet, que tomaron como
referencia esa nueva idea de instantaneidad y fragmentación visual inventada
por el fotógrafo en sus potentes imágenes, con las que aspiraba a detener
experiencia efímera.
Por otra parte, los reflejos
espectrales de los árboles en las tranquilas aguas fluviales de las obras
fotográficas de Olympe Aguado o de
Camille Silvy guardan estrecha relación con las pinturas de Claude Monet o Alfred Sisley,
interesados en la representación cambiante del agua y en el estudio de los
reflejos de los árboles en la superficie.
En el campo
Las diversiones en el
campo o las escenas al aire libre fueron durante un tiempo de los temas
preferidos por los impresionistas. Sobre todo en el caso de Renoir, Sisley, Monet o Caillebotte, el
modo de acercarse a la escena de manera instantánea y fragmentaría les empareja
a la captación de la realidad por parte de fotógrafos como Achille Quinet, Eugène Atget o Charles Marville. Pero también la
pincelada suelta y rápida que buscaba reproducir la experiencia de estar al aire libre, a finales
de siglo, en la estética de los fotógrafos
denominados pictorialistas, como Constant
Puyo o Robert Demachy. Estos querían
demostrar que la fotografía no era un mero reflejo de la realidad, sino una
realidad nueva, y lo lograron modificando la profundidad del campo para obtener
un efecto desenfocado, o abandonando los procesos fotográficos más avanzados a
favor de fórmulas manuales con el objetivo de acercarse al dibujo o a la
pintura.
Los monumentos
En
los años centrales del siglo, varios fotógrafos como Édouard Baldus, Gustave Le
Gray, o los hermanos Bisson,
fueron contratados por el gobierno francés para tomar fotografías de los
monumentos históricos de Francia. Estas
imágenes despertarían años después el interés de los impresionistas por los
edificios góticos. La serie de la fachada de la catedral de Ruán pintada a los
largo de 1892 y 1893 por Claude Monet
es un ejemplo paradigmático de la nueva mirada fotográfica.
Al mismo tiempo, la
aparición de puentes, fábricas o ferrocarriles en las fotografías de Édouard Baldus o Eugène Atget o en las
pinturas de Claude Monet, Alfred Sisley y
Gustave Caillebotte, la era de la industria.
La ciudad
Los
primeros daguerrotipos tomados desde una ventana por Louis Daguerre establecieron un modelo en el que la imagen de la
ciudad emerge de lo alto. Esas perspectivas modernas fueron captadas por la
cámara de Gustave Le Gray, Charles Soulier o Adolphe Braun, y
las podemos ver más tarde en las pinturas de Berthe Moriso o Gustave Caillebotte.
Los nuevos escenarios
urbanos de París de grandes avenidas y amplios bulevares, creados durante el
Segundo imperio por el barón Haussmann.
Derivaron en nuevos modos de ver y vivir la ciudad y se convirtieron en los
motivos favoritos de pintores y fotógrafos. Las fotografías de Charles Marville dialogan en esta
sección con las pinturas de los bulevares de Camille Pissarro, una nueva fórmula impresionista de ver en escorzo
que transformó la concepción clásica de la representación pictórica basada en
la horizontalidad.
El retrato
Con la rápida
comercialización de la fotografía, el retrato pictórico tomó una nueva
dirección. Al triunfo del daguerrotipo, que inmovilizaba a sus personajes
debido al dilatado tiempo de exposición, le siguió la moda de las cartes-de-visite. Patentadas por Disdéri en 1854, que permitían sacar
ocho retratos fotográficos en diferentes posturas desde un único negativo. El
retratista más célebre de mediados del siglo XIX fue sin discusión Félix Nadar, que inmortalizó con su cámara
a toda la intelectualidad y la bohemia del momento con una gran introspección
psicológica y un nuevo realismo y simplicidad. Tanto Manet como Cézanne o Degas
se valieron de fotografías de sus modelos en determinados momentos de la
ejecución de sus retratos.
El cuerpo
Diversos
ejemplos del desarrollo del desnudo fotográfico, desde los modelos más
académicos con escenografías pictóricas de Félix
Jacques- Antoine Moulin o Auguste
Belloc, a los cuerpos con poses espontáneas más naturalistas de Gustave le Gray o Paul Bertheir, se
presentan en este apartado junto a una selección de desnudos de los
impresionistas, es especial de Degas,
el más fotográfico de los pintores del grupo. Degas utilizó en sus pinturas convenciones fotográficas, como la
fragmentación corporal, y las poses espontáneas de las modelos, captadas con su
mirada furtiva, serían la nota característica de sus desnudos pictóricos.
Por otra parte, la danza
se convirtió para él en vehículo fundamental para estudiar los cuerpos en
movimiento, motivo por el que las cronofotografías de Eadweard Muybreidge, que transformaron el proceso fotográfico en el
anticipo de los fotogramas cinematográficos, le interesaron de manera especial.
Comisariada por Paloma Alarcó, jefe de conservación de Pintura Moderna
del Museo Thyssen, esta exposición cuenta con el mecenazgo JTI y la
colaboración de la Comunidad de Madrid. Presenta 66 óleos y obras sobre papel y
más de 100 fotografias. Destacan los préstamos
de las colecciones de fotografía de la Bibliothèque nationale de France,
de The J. Paul Getty Museum de los Ángeles, del Victoria and Albert Museum de
Londres o de la Sociéte française de photographie de París. Entre las pinturas
se pueden ver obras significativas de Manet del Metropolitan Museum of Art de
Nueva York, de Bazille del Musée d’Orsay de París, de Monet del Musée Marmottan
Monet de París y de Fondation Beyeler de Basilea, o Degas de los Angeles County
Museum of Art, así como de las colecciones privadas de Henry y Rose Pearlman o
de Ann y Gordon Getty.
París,
además de capital de las artes, se convierte durante la segunda mitad del siglo
XIX en la capital de la circulación de imágenes. Desde la aparición de la
fotografía, las reproducciones de obras de arte afloraron masivamente por todas
partes y los artistas descubrieron el poder documental que tenían para su
propia obra.
©
Mariví Otero. 2019.
Manuel
Otero Rodríguez
Fuente: Los impresionistas y la fotografía.
Museo Nacional Thyssen-Bornemisza. Del 15 de octubre 2019 al 16 de enero de
2020. Documentación grafica: Área de
Prensa del Museo.
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