Para
Miriam
Cahn (Basilea, Suiza, 1949), dibujar, pintar, fotografiar, esculpir o
escribir adquieren pleno sentido al poner su propio cuerpo en movimiento. Éste
funciona como una herramienta performativa: no sólo es representado, sino que
encarna materialmente las coordenadas (edad, condiciones físicas, etc…) que el
trabajo artístico pone a prueba, tanto a diario como a lo largo de toda su
vida.
El Museo Reina Sofía
presenta esta exposición de Miriam Cahn, todo es igualmente importante.
Comisarios: Ana Ara y Fernando López.
El movimiento del cuerpo
continúa en el espacio expositivo, donde el montaje de las obras, tarea de Cahn
no delega en otros, cobra enorme importancia. Cahn sitúa en el mismo
nivel escalas dispares, colores luminosos con negros profundos, perspectivas
que permiten ver a distancia junto a dibujos realizados “piel a piel” sobre el
papel o el lienzo, buscando agitar nuestra percepción. Coloca las obras a la
altura del ojo y estas nos miran abiertamente. Si el arte es político, piensa Cahn,
no es solo por lo que puede exponer, sino por su poder de hacer que nos
expongamos a él.
Una forma biográfica de ver el mundo
Cahn ha
concebido y diseñado esta exposición como “una forma biográfica de ver el
mundo”. Para ella, exponer sus trabajos anteriores es a la vez una forma de
narrar su vida y un modo de sostener la de las obras, recomponiéndolas en un
montaje que apela tanto al tiempo de la biografía (con alusiones a su familia, sus viajes, un
accidente de coche…) como a los tiempos de la naturaleza (paisajes y escenas
que ponen el foco en el límite de lo humano y lo no humano), de la historia
(motivos extraídos de las guerras de las Malvinas, del Golfo o de los Balcanes,
la llamada crisis de los refugiados…) y de la historia del arte (obras que
dialogan y discuten con Picasso, Courbet y otros maestros del pasado).
“Siempre trabajo desde el presente”, explica Cahn, que
inicia la exposición con las obras de colores vibrantes de las últimas décadas
y la concluye con los trabajos tempranos, dibujos monocromos en los que
empezaba a emerger un lenguaje fruto de la escritura del cuerpo. Entre estos
dos espacios, la exposición se articula en torno a grupos, series y Räume
(Habitaciones), palabra con la que Cahn
se refiere a espacios expositivos compuestos por elementos de distinto formato,
en los diferentes medios como pintura, dibujo, escultura, vídeo o fotografía
pueden convivir y entremezclarse entre sí sin una jerarquía.
La primera sala
Cahn, combina obras de
distintas épocas y formatos: pintura al óleo, dibujos al carboncillo o
fotografías. Son obras que muestran ya los motivos que se irán viendo a lo
largo de toda la exposición: cuerpos desnudos tanto masculinos femeninos, la
casa, el árbol, la cama, etc. Llama la atención, sobre todo, L’origine du monde schaut zurück (2017/18),
una interpretación de la famosa pintura de Gustave
Courbet. L’origine du monde, mientras éste solo pintó del sexo, la de Cahn
tiene cara, aunque el rostro esta velado, (espléndida obra).
Seguimos
el recorrido de la muestra, encontramos una amplia representación de las obras
actuales de Miriam Cahn. Pinturas de gran tamaño de distintos colores, sin
figuras ni objetos, se intercalan con otras de paisajes, animales o cuerpos
humanos y obras más pequeñas con una sucesión de rostros y que hacen referencia entre otros, a la
violencia, la guerra entre sexos o los refugiados. En estas obras ocupan un
lugar destacado los cuerpos masculinos y femeninos, no solo en su calidad de
agentes, sino también de temas o materia de estudio. Transforma cuerpos
aislados o agrupados en figuras carnosas, enfatizando a menudo los órganos
sexuales.
Para llevar de la mano
al visitante, Cahn utiliza el montaje, alternando obras grandes con otras más
pequeñas o instalando los cuadros de imágenes figurativas a la “altura de los
ojos”, lo que significa que el cuerpo está a la misma altura del rostro del
espectador, el cual se siente interpelado al verse enfrentado visualmente con
figuras que le miran de manera directa, imágenes rotunas con las que debe
confrontarse en el espacio, en un cuerpo a cuerpo.
La primera de sus Räume (habitación) dedicada a la familia ocupa otra sala. La exposición continua con una muestra
de varios cuadernos de dibujos tempranos,
de principios de los 80, (en vitrinas) en los que se aprecia el compromiso
feminista de la Cahn. Que nos
lleva al centro de la exposición, como dividiéndola en dos, se encuentra la
serie Sarajevo, Que reúne un conjunto
de dibujos pequeños a tiza, lápiz , carboncillo, cera pigmentos que coinciden
en el tiempo con la Guerra de los Balcanes y que Cahn vivió profusamente
en imágenes a través de la televisión pero cuya cercanía (se trataba de la
primera guerra en Europa tras la caída del muro y en el final de la Guerra Fría)
reconectada con la memoria familiar en influye en su modo de abordar un tema
–el de la guerra- presente en su trabajo desde inicios de los años 80. Abundan
los elementos como la maleta o el carro, que indican la fugacidad y
transitoriedad huyendo del conflicto, los tanques o las mujeres como
protagonistas y víctimas de la guerra.
En este sentido, Cahn entabla una relación con las
obras de Picasso en torno a la guerra civil española, de la cual surge las
series de dibujos del ciclo de Sarajevo,
las Mujeres llorando, al estilo Picasso.
Otra de sus habitaciones, El amor
salvaje: Una instalación compuesta de grandes lienzos de papel con dibujos
de carbón pintados con los dedos que representan figuras, humanas, de mujeres y
niños, con rasgos primitivos y difuminados, pero con rostros y ojos de aspecto
impactante y otros dos dibujos con el motivo de la casa el conjunto se completa
con esculturas de plastilina y un vídeo performativo en el que se ve a la
artista modelando la plastilina.
La
violencia es un tema de vital importancia para Cahn como se observa en
la producción en blanco y negro de una serie de pequeñas pinturas al óleo en
color, realizadas entre 1989 y 1991, que representan vistas aéreas de zonas de
muerte o de peligro, como el complejo de Auschwitz, una fábrica química u una
central nuclear.
Pero
también aparece la belleza de forma paradójica, en la serie Atombombem (Bombas atómicas), 1987, un
conjunto de acuarelas sobre papel, realizadas en reacción al desastre de
Chernóbil, en la que esa violencia se presenta con colores brillantes y
llamativos.
La exposición termina en un gran espacio con los trabajos más antiguos
de Miriam
Cahn. Son dibujos performativos que hacía en el suelo, arrodillada o
sentada sobre grandes hojas de papel, en ocasiones con los pojos cerrados o la
mano izquierda. Pero no sólo pintaba en el interior, también intervenía en el
exterior: en las paredes y columnas del puente Alma en París o en los muros de
Nordtangente, una utopista en construcción a la que se oponía.
Miriam
Cahn, fue uno de los artistas más destacados en la última
Documenta, que sirvió para que su trabajo se catapultara a la escena
internacional. Dos años después, celebra su primera retrospectiva en Austria y
en España.
© Mariví Otero. 2019.
Manuel
Otero Rodríguez
Fuente: Miriam
Cahn, todo es igualmente importante. Museo Nacional Centro de Arte
Reina Sofía. Del 5 de junio al 14 de octubre 2019. Gabinete de Prensa del Museo: Concha Iglesias Otheo de Tejada.
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