En el Museo Nacional del Prado, el tornaviaje o viaje de regreso que da título a esta exposición es el hilo conductor que nos permite valorar las aportaciones culturales del Nuevo Mundo que llegaron a España y, por extensión, a Europa.
El
objetivo principal de la muestra es visibilizar el elevado número de obras de
arte que, provenientes de América, se conservan en instituciones culturales,
espacios religiosos o colecciones de nuestro país. Estas piezas, llegadas en
distintos momentos de la historia, forman parte de nuestro patrimonio en la
actualidad, a veces sin que identifiquemos las razones de su presencia.
El
relato que se propone da a conocer la cultura de los virreinatos americanos,
teniendo en cuenta sus valores simbólicos e iconográficos, así como aquellos
que las otorgaron las sociedades receptoras.
El
recorrido por la exposición es a través de secciones y subsección:
Geografía,
Conquistas y Sociedad
El
conocimiento y ocupación de América fue un proceso lento, con episodios de
conquista dramáticos, que dio lugar a una cultura híbrida en la que la
naturaleza y las riquezas de las nuevas tierras, juntamente con su población autóctona,
se sumaron los conquistadores y colonos procedentes de España, los esclavos y
una mínima población de origen asiático. Todos ellos configuran un nuevo modelo
cultural y de apreciación, visibles en documentos, pinturas y obras en
distintas técnicas y con cualidades artísticas y simbólicas diversas.
Territorio
y conquista.
Las
antiguas cartografías que representan el territorio de América sirven de
introducción a las razones que motivaron la conquista, que no fueron otras que
la catequización de sus gentes y el aprovechamiento de los recursos de la
tierra. Las obras expuestas remiten así a la primera religiosidad y a la
explotación de las riquezas naturales. Un caso paradigmático sería la
extracción de plata en grandes centros mineros como Potosí.
Las
gentes de América.
En cada territorio los naturales van a convivir con migrantes llegados de otras geografías, configurándose una sociedad mestiza que tiende a expresarse mediante representaciones de rasgos étnicos y oficios, que coexisten con retratos de personajes vinculados a los cargos que detentaban. La presencia de esas obras en España devine de la necesidad de dar a conocer como era el Nuevo Mundo o de compartir en espacios sociales de la península ibérica los rasgos allí adquiridos.
Imágenes
y Cultos de ida y vuelta
A
partir de la segunda mitad del siglo XVII, se remitieron desde América las
comunicaciones religiosas y casas de abolengo peninsulares “pinturas finas”
(término que aparece recogido en los inventarios). Se trataba de presentes
afectivos o de propaganda devocional, pero también de objetos de interés exclusivamente
artístico. Los lienzos se atesoraron sobre todo en el norte de España y
Andalucía, lugares de origen de cientos de indianos enriquecidos o ennoblecidos
al otro lado del Atlántico, y procedían en su mayoría de Lima y México. De
hecho, puede afirmarse que los talleres de la Ciudad de México exportaban casi
un cuarto de su producción, abasteciendo un circuito comercial que iba desde
Centroamérica y el Caribe hasta Canarias y España. Lo mismo sucedía respecto a
los obradores de Quito o Cuzco, que satisficieron el consumo en todas las
provincias del Cono Sur.
El Trasiego de estas telas se efectuaba con cuadros de distintos formatos y géneros, reveladores tanto del desarrollo técnicamente alcanzado como de la diversidad y especificidad de los temas de la pintura americana.
Las
Travesías del Arte
La
selección de mobiliario que presentamos pretende mostrar la hibridación que se
produjo entre las tres concepciones culturales que convergieron en América: la
occidental europea, la indígena americana y la procedente del mundo
asiático.
Los indianos, inmigrantes enriquecidos en el Nuevo Mundo, son el hilo perdido que une las lejanas tierras de donde proceden esos enseres con el crisol de ciudades y exóticos muebles y suntuosos objetos que cumplían con dos propósitos fundamentales: mostrar las maravillas propias del continente americano y ratificar el perfil biográfico de sus mecenas.
Impronta
Indiana
La
exploración de la materialidad de las obras aquí expuestas se suman las
anteriores miradas. Los materiales empleados y las técnicas desarrolladas guían
la selección de unas piezas que nos trasladan diversas intencionalidades. Con
ello, además de destacar las señas de identidad indiana, se aportan otras
lecturas para una historia del arte más plural.
Para
ello proponen dos apartados guiados por las palabras escritas en el siglo XVIII
por fray Matías de Escobar en su Amercana Thebaide, donde en relación con el
arte local, apuntaba que “a un mismo tiempo lucía la española traza vestida del
ropaje indiano”.
Traza
española…
Las obras expuestas pueden pasar por españolas o europeas por su epidermis estética, por su “traza española”; sin embargo, al profundizar en su análisis y atender a su materialidad (a las materias y técnicas con que se manufacturaron), las propias piezas revelan su origen americano y dan lugar a sutiles reflexiones. Estos objetos hablan de coexistencia inicial, de adaptación de la cultura preexistente a la impuesta.
La gran cruz procesional: opulencia indiana, materialidad cubana
Esta Cruz Procesional fue remitida en 1756 por el deán de la catedral de La Habana, el canario Nicolás Estévez Borges, al convento franciscano que unos antepasados suyos habían fundado en su localidad natal. Además de ser un claro exponente de la misma “sincera devoción y afanes de vanagloria” que motivó la llegada de muchas de las obras expuestas, su materialidad proporciona algunas lecturas complementarias. Destacan así su peso (cuarenta y siete kilos) y su origen, pues fue ejecutada por un platero aragonés emigrado a la isla, pero también el particular trabajo de filigrana con el que se realizó, que combinaba la plancha calada con una ornamentación a base de diferentes hilos entrelazados, lo que la distinguía técnicamente de otras producciones americanas.
Cruz procesional Jerónimo de Espellosa 1663-65 Plata calada y filigrana, 250 x 139 x 103 cm Icod de los Vinos (isla de Tenerife), Parroquia matriz de San Marcos Evangelista. Diócesis de San Cristóbal de La Laguna.
En palabras de Javier Solana, Presidente del Real Patronato del Museo Nacional del Prado: “Esta exposición marca un hito en el Museo del Prado, ya que en ella se pretende analizar toda una cultura artística, en este caso la americana de la Edad Moderna, como parte indisoluble de nuestro relato histórico nacional”.
Comisariada
por Rafael López Guzmán, catedrático de la Universidad de Granda, con la
asistencia de Jaime Cuadriello y Pablo F. Amador, miembros del Instituto de
Investigaciones Estéticas de la UNAM en México. La exposición, también cuenta
con la colaboración de la Comisión Arte Virreinal de la Fundación Amigos del
Museo del Prado.
Fuente: “Tornaviaje. Arte iberoamericano en España”. Hasta el 13 de febrero 2022. Museo Nacional del Prado. Área de Comunicación del Museo: Documentación y fotografía.
No hay comentarios:
Publicar un comentario