martes, 31 de mayo de 2022

Alejandra Riera

<Jardín de las mixturas. Tentativa de hacer lugar. 1995-…> En el Museo Reina Sofía se pueden visitar una serie de trabajos que retoman parte del que ya realizó en el Museo en 2013, Alejandra Riera (Buenos Aires,1965). La muestra no tiene recorrido lineal programado, ni principio ni final, se concibe como un conjunto de lugares singulares vinculados a través de una trama narrativa abierta con libertad de circulación en la que subyace la idea de entretejer, entrecruzar líneas e ideas, imágenes y textos, trenzar poéticas cuyo hilo conductor se intuye a través de las salas.

El proyecto ocupa distintos espacios del Museo: Las Salas de las bóvedas del edificio Sabatini, donde recupera la acción iniciada en 2013 con el proyecto poética (s) de lo inacabado, en la que se abrió un hueco en uno de los muros que permite desde entonces el paso de la luz desde el exterior hasta el subsuelo.

En la planta baja seguimos en el edificio Sabatini, ese mismo gesto de apertura se traslada al jardín del antiguo hospital donde, desde 2017, el colectivo Jardín de las mixturas, abierto e integrado por personas de dentro y fuera del Museo, ensaya formas de convivencia interrogándose acerca de “las presencias humanas-y-no humanas”. En el jardín de las mixturas han intervenido, por ejemplo, conservadores, vigilantes, artistas, gente del barrio sin jerarquías ni distinciones de funciones.

Lo que se hace en este espacio tiene que ver con la historia del edificio, mirar a otras presencias, no necesariamente humanas; La vegetación como presencias y pensamientos en movimiento. Así   lo expresa la artista: “¿cómo hacer sitio a conjuntos que deshacen el imaginario de separación convenida entre lo llamado “humano” y lo considerado “no humano”, entre lo que tiene derecho a la palabra y lo considerado sin voz?, ¿cómo se hablan y apoyan?, ¿qué aprendamos de la atención al lugar en el que estamos?, ¿cómo se transforma y transformamos?”.

Seguimos en el edificio Sabatini y subimos a la tercera planta que alberga también, a lo largo de diez espacios, un conjunto de obras de Riera donde de nuevo retoma trabajos anteriores. Esta parte se plantea como tejido en el que Hay obras de otros artistas y no artistas con los que Alejandra Riera ha realizado proyectos, a modo de cuadro colectivo, de poesía de lo conjunto; son evocaciones, con obras o sin obras.

No hay una jerarquía de medios. Así, en uno de los trabajos situados al final del recorrido, centrado en un área de la población francesa de Valemce, textos e imágenes dialogan sin que unos sirvan de explicación a las otras, ni viceversa. Las fotografías proceden de archivos o han sido tomadas por la propia Alejandra Riera, los textos son intercambios con los habitantes de la zona. Ante la imagen conflictiva y devastada del lugar, estas historias inacabadas e imperfectas son la mara de la que se alimentaba Ceija Stojka cuando estaba en los campos de concentración, la esperanza que surge de lo mínimo.

Más que lo discursivo, lo importante es esta muestra es el gesto. El gesto de tejer y destejer, reflejadas en las obras de Lanceta y en la misma Riera. Pero, también el gesto de filmar. De ahí que Alejandra haya construido diversos objetos, que se reparten a lo largo de toda la muestra y que para ella constituyen cámaras de cine, no tanto porque graben nada, sino porque con sus ruedas y movimientos repiten el gesto de las cámaras de cine mudo.

En el trabajo de Riera está presente el repensar las formas cinematográficas: El árbol-cámara que no filma, construida colectivamente; deshacer las puertas del medio y hacer circular la cámara; pasar el micrófono  para reencuadrar el fuera de campo; la seguridad de las voces; hacer que la forma cinematográfica devenga muda como en las primeras tomas de la historia del cine; velar la película, emparejar y desemparejar imágenes y textos para interpelar y dudar; la presencia de la mesa de montaje como metáfora de la observación  y mezcla de colores, del trabajo manual con las imágenes, la memoria que se abre, lo que ha sido reprimido, borrado ( Los dibujos de niños kurdos sobre la guerra, la vivencia de los campos de concentración de Ceija Stojka…)   

La práctica artística de Alejandra es siempre relacional y colectiva.

Se trata de un proceso en el que colaboran muchas personas y en el que el intercambio es continuo. Nadie se arroga con la prerrogativa de representar al otro, sino que las obras surgen a partir del diálogo y cuestionamiento de las estructuras y del propio lenguaje. Existe, por supuesto un aspecto crítico en su trabajo, pero lo importante para ella es el aprendizaje mutuo, descubrir lo que no conocemos a partir de aquello que es en apariencia menos y frágil. De ahí la importancia de los dibujos infantiles de la artesanía, de objetos encontrados o de fotografías involuntarias, es decir, de aquello que nos habla porque es un mudo o intraducible. Las relaciones entre seres y cosas son subterráneas y tejen lazos profundos, como esos objetos en forma de raíz que la artista ha realizado en los últimos años.

Alejandra Riera vive en París. La artista combina fotografías con leyenda, textos y vídeo lo que llama “modelos sin propiedades”. Su obra se ha expuesto en la Documenta 2011 y 2012 de Kassel. En 2013, dentro de “Fisuras” presentó en el Museo Reina Sofía la muestra Poética (s) de lo inacabado.

© Mariví Otero 2022
Manuel Otero Rodríguez

Fuente: Alejandra Riera. <Jardín de las mixturas. Tentativas de hacer lugar 1995-…>. Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía. 4 mayo de 2022- 5 de septiembre de 2022. Gabinete de Prensa del Museo: Documentación y fotografías.

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