viernes, 22 de diciembre de 2023

PICASSO 1906. La gran transformación

 

Hace unos días hemos caminado los amigos del Museo Reina Sofía por esta espléndida exposición acompañados del comisario de la muestra Eugenio Carmona, catedrático de Historia del Arte en la Universidad de Málaga y experto en la obra del maestro. Uno siempre piensa que conoces en parte al gran maestro Picasso (has estudiado, has visualizado su obra), y escuchas a Eugenio Carmona y, claro el gran experto te lleva por otros caminos, claramente de más lucidez.

Fotografía de sala. Escuchando al profesor y comisario de la muestra, Eugenio Carmona.
Fotografía: Mariví Otero.

Continuamos la visita a la exposición después de un segundo recorrido, recordando todos los datos que nos aportó Eugenio Carmona.

Con motivo de la conmemoración del 50º aniversario de la muerte de Picasso, el Museo Reina Sofía ha organizado, con el apoyo excepcional del Musée Picasso París, Picasso 1906. La gran transformación, que cierra el programa oficial de exposiciones internacionales de esta celebración y que plantea renovar importantes criterios sobre el papel clave que jugó el artista en la creación del arte moderno.

Es habitual considerar que la contribución de Pablo Picasso (1881-1973) en ese hito fue pintar Las señoritas de Avignon en 1907. Sin embargo, actualmente puede pensarse que esta obra fue el punto de llegada, y el estallido final, de todo un complejo proceso desarrollado a lo largo del año 1906 y finales de febrero o principios de marzo de 1907. Un periodo durante el cual, la actividad creativa del artista tuvo tres escenarios: París, Gósol-localidad del pirineo leridano- y, de nuevo París.

1906 no es un año más en la trayectoria del Artista. Es un momento artísticamente significativo -no reconocido hasta hoy como tal- en el que las experimentaciones del malagueño abren su obra hacia otros lenguajes. Como nos comentó, el comisario Eugenio Carmona e indica en el catálogo que acompaña la exposición, se trata de “la primera aportación de Picasso a la noción plena de arte moderno”

Durante esta etapa, por ejemplo, el artista transformó -aunque con antecedentes en algunas obras hechas desde 1904- el concepto académico de “desnudo” y convirtió el cuerpo en un lugar de experimentación lingüística y cultural en el que introdujo la sensualidad, siendo especialmente relevante el papel que otorgó al desnudo masculino. Ello abrió las puertas también a la presencia performativa de género.

Otro rasgo distintivo de este Picasso es su sentido de la transculturalidad que emana de su biografía y la formación de su personalidad. El joven Picasso de entonces es un andaluz emigrado en Barcelona que viajaba a París desde 1900. Cuando regresa a Barcelona en 1906 trae consigo todo un bagaje de transformadoras relaciones y vivencias en el ámbito bohemio de la vanguardia en la capital francesa, en el que ha tenido la oportunidad de relacionarse con importantes creadores coetáneos y con marchantes y coleccionistas, siendo transcendental el papel de Gertrude Stein. En el que influyó su interés por la fotografía homoerótica o la etnológica y las producciones en revistas de masas, así como por el pensamiento libertario o anarquista. Practica además una relectura de la Historia del Arte a través de sus diálogos con El Greco. Corot y Cézanne, y mediante la apropiación del arte antiguo con el uso de referentes culturales primigenios, “primitivas” e incluso no europeos (arcaico griego, egipcio, etrusco, ibero, románico catalán, mesopotámico, polinesio…), ya por entonces conocía también y asimilaba el llamado “arte negre”, antes de su famosa visita al museo del Trocadero en 1907.

El recorrido por la exposición nos lleva a transitar por 8 salas, las obras de Picasso se muestran junto a piezas procedentes de diferentes periodos de la cultura europea y africana similares a las que el artista pudo ver en su momento para establecer correspondencias, citas, apropiaciones o diálogos tanto formales como intelectuales. La presencia de estas obras nos permite vislumbrar de forma muy didáctica la complejidad de los procesos culturales y creativos experimentados por Picasso en 1906.

Los desnudos en Picasso:

El dibujo estuvo presente en la obra de Picasso desde el principio. De hecho, ya había realizado 580 piezas con esta temática entre 1890 y 1906. Pero en 1906 se produce un importante cambio. Compuso unos 450 desnudos femeninos y masculino y si antes lo hacía en papel, cartón, acuarelas y guaches, en este año se concentra en el papel y salta a las obras de gran formato en óleo.

En esta primera sala, hemos podido contemplar obras previas al periodo de referencia y comprobar que las especulaciones formales con el cuerpo y las escenas eróticas empezaron a aparecer hacia 1899. Ya entrado en siglo XX, la obra de Picasso es más explícita en cuanto a la sexualidad de los cuerpos, comenzando a pintar autorretratos suyos desnudo o escenas cotidianas de intimidad femenina que adoptan el cuerpo de arlequines y saltimbanquis. Los 15 grabados Suite de los Saltimbanquis, realizados entre 1904 y principios de 1906, nos muestran la visión del cuerpo femenino en la intimidad. Parejas de púberes o la relación entre jóvenes y caballos, motivos que serán recurrentes en la iconografía picassiana a partir de ahora.

En la segunda sala, vemos desnudos de niños y adolescentes, en la naturaleza o en escenas de interior, que nos van anunciando la transformación que se avecina. Los dos hermanos o Los adolescentes, ambas de (1906). En estas obras, a la vez que se perciben un diálogo con Cézanne y El Greco -artistas presentes en este espacio con una litografía y un óleo- se atisba el interés de Picasso por lo “primitivo” y “arcaico” así como por la fotografía homoerótica y etnográfica de la época, que queda ilustrado con dos esculturas romanas de efebos y algunas fotos etnográficas que se pueden ver en una vitrina.

En otra obra, Mujer peinándose (1906), Picasso, además de anticipar el expresionismo abstracto en la parte interior del cuadro, la figura mezcla la referencia a la mitología y a Venus con el rostro máscara relacionado con lo primitivo.

En este mismo espacio encontramos otra pieza interesante El harén (1906), realizada ya por Picasso en Gósol. Se trata de una obra que puede prestarse a ciertos presupuestos críticos debido al título -atribuido al crítico de arte Christian Zervos- o a que algunos entendidos han considerado que está inspirada en El baño turco (1862) de Dominique Ingres y a que se ha dado la condición de precedentes de Las señoritas de Avignon. Sin embargo, lo único que hace Picasso es asimilar el dibujo en arabesco de Ingres y el lenguaje plástico empleado es completamente distinto al de las Señoritas de Avignon, Se trata en todo caso de un óleo cuyos motivos tienen pocos paralelismos en la pintura europea del momento.


Lo vernacular y el icono Fernande:

En esta sala el recorrido está dedicado enteramente a obras en Gósol -donde residió Picasso entre finales de mayo y mediados de 1906- en las que el artista añade el componente vernáculo del lugar con la inclusión de aldeanas y aldeanos pirenaicos que irradian sosiego, como ocurre con la, La mujer de los panes.

Picasso ensaya la representación del rostro como máscara, un indicador revelador del interés del artista por lo “primitivo” y de la influencia que tendrán en la obra de Picasso las sugerencias morfológicas del románico catalán.

Virgen de Gósol, segunda mitad del s. XII
Talla en madera policromada y restos de hoja metálica corlada.
Procede de la Iglesia de Santa María del Castillo de Gósol (Berguedà)
Museu Nacional d'Art de Catalunya, Barcelona
Adquisción 1930. MNAC 015936-000

Pasamos a otra zona de la exposición está dedicada a un icono tipo de desnudo femenino que Picasso desarrolló en 1906 y que la crítica ha identificado con “Fernande”, su compañera desde agosto de 1904 hasta 1912. La relación entre ella y Picasso fue compleja, ya que, a pesar de sus convicciones libertarias, el artista siguió aferrado a esquemas heteropatriarcales.

Fernande Olivier, cuyo verdadero nombre era Amelie Lang, impartía clases de francés a los amigos americanos de la pareja, se llevaba muy bien con Max Jacob, Apollinaire y Gertrude Stein.

Picasso relacionó a Fernande con la vernacularidad de Gósol, pintándola como campesina en Fernande con pañuelo y también incorporó en su rostro la máscara, en las esculturas inspiradas en ella experimentó con la desmaterialización de la forma y con el empleo del volumen nítido simplificado, abriendo paso a las primeras esculturas plenamente “primitivas”.

Apropiación de lo primitivo:

En el siguiente espacio podemos apreciar cómo en el Picasso de 1906, la síntesis de los “primitivo” llevó al artista a la plasmación de fisonomías inesperadas y misteriosas. Lo vemos en Busto de mujer joven, cuya fisonomía resulta enigmática y donde el artista recurre a la “apropiación” del arte egipcio y del arte etrusco. A su vez, el busto muestra concomitancias con representaciones masculinas del arte etrusco funerario.

La gran transformación:

Nos detenemos en una nueva sala donde encontramos Desnudo con manos juntas, una obra comenzada por Picasso en Gósol y probablemente acabada en París que marca el inicio más explícito de una nueva vía hacía el arte moderno. Se acentúa la noción del cuerpo como forma, y se hace patente la lectura de Paul Cézanne como un referente de la concatenación picassiana de morfologías geométricas que estructuran la figura en un círculo, una elipse y un ovoide. El espacio vacío transmite sensación de plenitud. Aquí está el verdadero punto de partida hacia el cubismo.

PABLO PICASSO.
Nude with Joined Hands, (desnudo con manos juntas), 1906
The Museum of Modern Art, New York
The William S. Paley Collection, 1990 
© 2023, The Museum  of Modern Art/Scala, Florence
© Sucesión Pablo Picasso, VEGAP, Madrid, 2023

En esta misma sala hemos visto el Retrato de Gertrude Stein, un personaje de notoria y mutua influencia en Picasso que nunca se desprendió de Desnudo con manos juntas y que siempre tuvo la pintura a la vista en sus residencias. El retrato en cuestión ha sido objeto de análisis y fuente de relatos míticos. Picasso comenzó el retrato en la primavera de 1906 y lo dejó  antes de partir a Gósol para rematarlo en París. Cuando regresa a la capital francesa, una variación en el cuadro marcaría un salto cualitativo en la historia del arte: la inscripción de un rostro-máscara. El Retrato de Gertrude Stein aúna en una misma superficie pictórica dos registros “estilísticos” distintos. Uno -con matices- esta cercano al lenguaje de la convencional pintura “finde siglo”, mientras que el otro es decididamente “primitivista”.

En la última sala de la exposición se muestran otras obras, como Mujeres acicalándose (1956), que reflejan que un elemento singular de la obra de Picasso es su peculiar noción del tiempo y la memoria.

En todo lo trabajado por el artista existe siempre una pervivencia, un resumen y reinterpretación a posteriori de soluciones plásticas y visuales. 

Espléndida exposición que reúne de forma excepcional más de 120 obras procedentes de colecciones privadas e importantes instituciones como, entre otros, el MoMA, el MET y el Guggenheim de Nueva York; los museos estadounidenses de Arte de Baltimore, Cleveland, Philadelphia, Boston, Dallas o Chicago; del Museo Picasso, el Louvre y el Pompidou de París; y ya en España del Arqueológico Nacional, del Prado y de los museos Picasso de Barcelona y Málaga.

© Mariví Otero 2023
Manuel Otero Rodríguez

Fuente: Picasso 1906. La gran transformación. Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía. Del 15 de noviembre de 2023 al 4 de marzo de 2024. Departamento de Prensa del Museo: Documentación y fotografías.

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