En la
Galería José de la Mano, volvemos a encontrarnos con el maestro Ibarrola,
bueno, con su obra. Cuando apenas se cumple un año del fallecimiento de Agustín
Ibarrola (Bilbao, Vizcaya, 1930- Usánsolo, Vizcaya, 2023), se siguen
descubriendo en su trabajo las huellas de un artista comprometido con su
práctica artística y con hacer de esta una herramienta para el cambio y la
transformación social.
Por
fin, alcanzo: el expresionismo testimonial o documental o, dicho con otras
palabras, el realismo social. Ibarrola, extremadamente apasionado de todas sus
argumentaciones, no se limita a exponer: necesita pontificar -tender puentes,
en su sentido literal con el interlocutor- y, sobre todo, necesita convencer.
Esa actitud la paga al altísimo precio de su propia tranquilidad y seguridad.
Caminamos
por la exposición “El grito de Ibarrola”, entre manifestaciones obreras,
huelgas y asambleas acompañan en esta muestra a los trabajadores crucificados,
aquellos obreros y luchadores por la libertad que puño en alto blanden llaves y
herramientas de trabajo, frente a las armas y la violencia. Un cartel que no
fue, una lucha que aún persiste.
Jesús
Alcaide investigador y comisario de la exposición, describe el cartel: “Esto
no es un cartel. Con un guiño al título de la famosa pintura de Magritte (Ceci
n’est pas une pipe), comienzo a escribir un texto sobre la historia de algo que
no fue. Un boceto, un ensayo, un proyecto. Una obra que cincuenta años cuelga
hoy en las paredes de una galería como símbolo de un porvenir. El recuerdo de
un tiempo en el que pintar era peligroso y el arte un grito de compromiso,
lucha y libertad”.
En
1974, inmerso en la producción de aquellos Nuevos Guernicas que centraron parte
de sus intereses artísticos a lo largo de esta década, Ibarrola recibe el
encargo de realizar el diseño del cartel de la Feria del Toro de Pamplona, una
propuesta que no llego a ser, pero cuya historia nos acerca a un artista
combativo, comprometido y luchador.
La
cabeza del toro de Guernica en la parte superior y en la parte inferior una
masa humana que avanza unida, puños en alto y sin ningún rasgo identificativo.
Esos son elementos que Ibarrola utilizaba sobre un fondo abstracto, llegando a
una extrema síntesis formal de aquellos que Valeriano Bozal describió como
“expresionismo épico social”. Sin olvidar esa franja de color rojo que divide
ambos espacios, el color de la sangre derramada y el compromiso con una lucha, la
obrera, a la que Ibarrola se entrega en todos los trabajos.
Los
fondos abstractos del cartel dan paso a una serie de tramas geométricas
opresivas, líneas paralelas que se introducen entre las manifestaciones y las
Ikurriñas, los puños alzados y las pancartas. El dictador ha muerto, pero las
estructuras de poder del antiguo régimen continúan y la pintura de Ibarrola nos
recuerda que la libertad aún no se ha conseguido.
Una imagen que hoy vuelve para recordarnos que ningún tiempo pasado fue mejor. Y que esta puede ser la historia de un vacío, el de aquello que estaba a punto de ser y aún no ha sido.
© Mariví Otero 2024
Manuel Otero Rodríguez
Fuente:
EL grito de Ibarrola. Compromiso lucha y libertad. Galería José de la Mano (Madrid).
Documentación y fotografías: Prensa Alberto Manrique. Se puede visitar hasta el
24 de julio 2024.
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