jueves, 24 de octubre de 2019

GIORGIO MORANDI. Acuarela, dibujo, grabado.

Giorgio Morandi (1890 - 1964)

Sería preciso recurrir a un proemio al estilo de aquellos que Vasari empleaba al introducir la historia de sus artistas, para poder situar noblemente la personalidad artística, humilde y altísima, de Giorgio Morandi (1890-1964) en la Bolonia del primer “Novecento”. Humilde, porque como dote recibió la más sincera discreción y la más desconcertante de las modestias; altísimo, porque ningún artista italiano ha sido más grande que él, e incluso dentro del panorama europeo –aunque deban evitarse comparaciones y valoraciones entre artistas- su calidad no fue inferior a la de ningún otro. Radicalmente diferente de todos, Morandi permanece distinto a lo largo de su dilatada senda. Es más, las diversas oleadas, que en el ámbito del arte europeo sobrevinieron a partir de 1911, no hicieron sino acentuar la apertura de su distinción y diferencia, tras aquel primer fugaz acercamiento al Futurismo y al Cubismo. Una proximidad de la que, después, Morandi renegaría airadamente, como de aquella obra brevísima con la primera metafísica, a pesar de la profunda incidencia que tuvo, hasta el año 1920, en sus primeras manifestaciones artística, aunque en modalidades en absoluto afines a las De Chirico y Carrá.

Paesaggio con tre alberi. 1931 / 1933. Aguafuerte. 24.8 x 17.3  cm.

La Galería Leandro Navarro presenta –acuarela, dibujo, grabado-, una exposición compuesta de veinticinco obras entre dibujos, grabados y una acuarela, que abarcan desde 1928 a 1963. Dedicada al maestro Morandi, se trata de la segunda ocasión en la que la galería acoge una muestra individual del artista, habiendo presentado el primer proyecto en 2004.

Natura morta. 1928. Dibujo sobre papel. 11 x 14,4 cm.

Con los paisajes, Morandi se refugia en lo cotidiano sin ninguna aspiración, sin ninguna aspiración a lo sublime ni a lo pintoresco. El Paisaje que vemos en sus estampas no es “artístico”, como el de Florencia y Umbría, sino ordinario, casi vulgar penetrado de una humanidad agrícola cuyos problemas nos escapan: paisaje de la Emilia, hecho de caminos arenosos, de frutales oscuros, de sotos entre tapiales y graneros, sin colinas recortadas delicadamente ni arbolitos decorativos, reflejos lagunares o parpadeo de flores. Tranquilo, calmo sin otro misterio que el que rodea e impregna la vida más corriente.

Campo de tennis ai Giardini Margherita a Bologna. 1921. Aaguafurete. 24.6 x 27.7 cm.

En ciertas estampas de gran refinamiento Morandi recorta sus composiciones grabadas con un marco curvilíneo “dividiendo cristales en la mitad de un óvalo de plata”, como escribe del Amor Góngora con semejante afán de metamorfosis. Aunque este tipo de bodegones tenga inmediatos precedentes de Picasso y Braque, es justo señalar que tanto ellos como el boloñés responden a un prurito, muy renacentista, del tondo, versión pintoresca de aquella cuadratura del círculo que traía a mal traer a los geómetras desde la Edad Media. Morandi trata esos ejercicios de estilo con dignidad casi arquitectónica, tanto en los tres tondi que graba en 1942, como en el realizado cuatro años después, que reanuda amistad con aquella garrafita, que en una plancha de cinc de 1928 tenía un aspecto flotante de medusa a farolillo japonés y en versión madura está revestida de grave dureza.

Natura morta con sette oggeti in un tondo. 1945. Aguafuerte. 27 x 30.5 cm

Si la estampa es a la pintura lo que la música de cámara a la gran orquesta, aquí ha hecho gala Morandi de una habilidad comparable a la de Franz Liszt transcribiendo al piano las partituras de las óperas de Verdi y de Wagner. En otro campo más reducido, estos grabados nos dan, no solo los valores, claros u oscuros, de la composición, sino hasta la densidad o ligereza en la pasta, traducidas por retículas más o menos regulares y compactas.

La técnica preferida de Morandi es el aguafuerte (sobre plancha de cinc o, sobre todo, de cobre) que se presta a una lenta elaboración que permite ir modulando luces y sombras, transparencias y opacidades, insistiendo una vez y otra con el fino estilete en la placa cubierta de cera y sometiéndola, una y otra vez, al baño más o menos prolongado en el agua-regia.

Grande natura morta con la lampada a petrolio. 1930. Aguafuerte. 30.5 x 36.2 cm.

Morandi jamás emplea la resina del aguatinta, que facilitaría los efectos de valores medios: es un obseso del rayado meticuloso, de cuyas combinaciones de líneas paralelas o cruzadas saca a todos los efectos posibles y, en varias ocasiones, nos da una verdadera lección de virtuosismo al ejecutar el mismo tema en varios estilos y claroscuros.

Una brillante muestra de Giorgio Morandi (Bolonia, 1890-1964 Bolonia)

Íñigo Navarro.
© Mariví Otero. 2019.
Manuel Otero Rodríguez.

Fuente: Giorgio Morandi. Acuarela,Dibujo, Grabado. Galería Leando Navarro. Madrid. Prensa de la Galería. Del 24 de octubre 2019 al 10 de enero 2020.

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