Giorgio Morandi (1890 - 1964)
Sería preciso recurrir a un proemio al estilo de aquellos que Vasari empleaba al introducir la
historia de sus artistas, para poder situar noblemente la personalidad
artística, humilde y altísima, de Giorgio Morandi (1890-1964) en la
Bolonia del primer “Novecento”. Humilde, porque como dote recibió la más
sincera discreción y la más desconcertante de las modestias; altísimo, porque
ningún artista italiano ha sido más grande que él, e incluso dentro del
panorama europeo –aunque deban evitarse comparaciones y valoraciones entre
artistas- su calidad no fue inferior a la de ningún otro. Radicalmente
diferente de todos, Morandi permanece distinto a lo largo de su dilatada senda. Es
más, las diversas oleadas, que en el ámbito del arte europeo sobrevinieron a
partir de 1911, no hicieron sino acentuar la apertura de su distinción y
diferencia, tras aquel primer fugaz acercamiento al Futurismo y al Cubismo. Una
proximidad de la que, después, Morandi renegaría airadamente, como
de aquella obra brevísima con la primera metafísica, a pesar de la profunda
incidencia que tuvo, hasta el año 1920, en sus primeras manifestaciones
artística, aunque en modalidades en absoluto afines a las De Chirico y Carrá.
Paesaggio con tre alberi. 1931 / 1933. Aguafuerte. 24.8 x 17.3 cm.
La Galería Leandro
Navarro presenta –acuarela, dibujo, grabado-, una exposición compuesta de
veinticinco obras entre dibujos, grabados y una acuarela, que abarcan desde
1928 a 1963. Dedicada al maestro Morandi, se trata de la segunda
ocasión en la que la galería acoge una muestra individual del artista, habiendo
presentado el primer proyecto en 2004.
Natura morta. 1928. Dibujo sobre papel. 11 x 14,4 cm.
Con
los paisajes, Morandi se refugia en lo cotidiano sin ninguna aspiración, sin
ninguna aspiración a lo sublime ni a lo pintoresco. El Paisaje que vemos en sus
estampas no es “artístico”, como el de Florencia y Umbría, sino ordinario, casi
vulgar penetrado de una humanidad agrícola cuyos problemas nos escapan: paisaje
de la Emilia, hecho de caminos arenosos, de frutales oscuros, de sotos entre
tapiales y graneros, sin colinas recortadas delicadamente ni arbolitos
decorativos, reflejos lagunares o parpadeo de flores. Tranquilo, calmo sin otro
misterio que el que rodea e impregna la vida más corriente.
Campo de tennis ai Giardini Margherita a Bologna. 1921. Aaguafurete. 24.6 x 27.7 cm.
En ciertas estampas de gran refinamiento Morandi recorta sus
composiciones grabadas con un marco curvilíneo “dividiendo cristales en la
mitad de un óvalo de plata”, como escribe del Amor Góngora con semejante afán
de metamorfosis. Aunque este tipo de bodegones tenga inmediatos precedentes de Picasso y Braque, es justo señalar que
tanto ellos como el boloñés responden a un prurito, muy renacentista, del tondo, versión pintoresca de aquella
cuadratura del círculo que traía a mal traer a los geómetras desde la Edad
Media. Morandi trata esos ejercicios de estilo con dignidad casi
arquitectónica, tanto en los tres tondi que
graba en 1942, como en el realizado cuatro años después, que reanuda amistad
con aquella garrafita, que en una plancha de cinc de 1928 tenía un aspecto
flotante de medusa a farolillo japonés y en versión madura está revestida de
grave dureza.
Natura morta con sette oggeti in un tondo. 1945. Aguafuerte. 27 x 30.5 cm
Si
la estampa es a la pintura lo que la música de cámara a la gran orquesta, aquí
ha hecho gala Morandi de una habilidad comparable a la de Franz Liszt
transcribiendo al piano las partituras de las óperas de Verdi y de Wagner. En
otro campo más reducido, estos grabados nos dan, no solo los valores, claros u
oscuros, de la composición, sino hasta la densidad o ligereza en la pasta,
traducidas por retículas más o menos regulares y compactas.
La técnica preferida de Morandi
es el aguafuerte (sobre plancha de cinc o, sobre todo, de cobre) que se presta
a una lenta elaboración que permite ir modulando luces y sombras,
transparencias y opacidades, insistiendo una vez y otra con el fino estilete en
la placa cubierta de cera y sometiéndola, una y otra vez, al baño más o menos
prolongado en el agua-regia.
Grande natura morta con la lampada a petrolio. 1930. Aguafuerte. 30.5 x 36.2 cm.
Morandi
jamás emplea la resina del aguatinta, que facilitaría los efectos de valores
medios: es un obseso del rayado meticuloso, de cuyas combinaciones de líneas
paralelas o cruzadas saca a todos los efectos posibles y, en varias ocasiones,
nos da una verdadera lección de virtuosismo al ejecutar el mismo tema en varios
estilos y claroscuros.
Una brillante muestra de
Giorgio
Morandi (Bolonia, 1890-1964 Bolonia)
Íñigo Navarro.
© Mariví Otero. 2019.
Manuel
Otero Rodríguez.
Fuente: Giorgio Morandi.
Acuarela,Dibujo, Grabado. Galería Leando Navarro. Madrid. Prensa de la Galería.
Del 24 de octubre 2019 al 10 de enero 2020.
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