El
Museo Nacional Thyssen-Bornemisza resplandece con las obras de Alex Katz.
La gran exposición retrospectiva del pintor norteamericano Alex Katz (Nueva
York, 1927), una de las principales figuras de la historia del arte
americano del siglo XX, a sus noventa y cinco años, todavía sigue en activo. La
exposición está comisariada por Guillermo Sola, director artístico del museo y
ha contado con el apoyo del propio artista, que ha seguido en detalle el desarrollo
de la muestra.
Se han
logrado reunir treinta y cinco óleos de gran formato, acompañados de algunos
estudios, que permiten realizar un completo recorrido por los temas habituales
de Katz: sus retratos individuales, múltiples y de grupo, alternados con sus
reconocibles flores y envolventes paisajes de vivos colores y fondos planos.
En el realismo tradicional, el objeto era sustantivo y el color adjetivo. Para Katz, por el contrario, el color es la realidad, y los objetos, modificaciones accidentales del color. La aspiración suprema de Katz consiste en hacer pintura “en tiempo presente”. Eso quiere decir pintar nuestro tiempo histórico, pintar la moda, las tendencias de cada década, pero también captar al vuelo el ahora más figurativo: la sensación de la luz en este instante preciso.
Pero la meta última de Katz no es la técnica pictórica, sino crear una imagen eficaz: una imagen rápida, impactante, que se grabe en la memoria del espectador. La primera modelo y más frecuente de Alex Katz ha sido su mujer, Ada. A veces se ha comparado a la Ada de Katz con la Marilyn de Warhol: ambas son rostros icónicos, que reconocemos automáticamente. Pero con una diferencia: Warhol toma prestada su Marilyn del cine y la prensa, de los medios de masas, mientras que Katz inventa sus propios iconos.
Recorrido por la exposición divida en seis apartados
Retratos
y grandes lienzos
A finales de la década de 1950, y tras un periodo de dudas creativas, Katz comenzó a interesarse cada vez más por el retrato. Pintaba a su círculo de amigos y, sobre todo, a su segunda mujer y musa, Ada del Moro, a la que conoció en 1958. Se convirtió en su modelo más frecuente, siendo la protagonista de más de 1.000 obras. Katz explica que sólo quería plasmar el aspecto del retratado, su superficie, sin implicarse emocionalmente.
Fue entonces cuando se inició en los fondos planos, monocromáticos, que se convertirían en una de las características de su estilo. La figura se presenta separada del fondo, en un espacio desnudo, sin referencias especiales, objetos ni fuentes de luz. Poco después, influenciado por la pantalla de cine y las vallas publicitarias, Katz optó por las pinturas a gran escala, lo que supuso un punto de inflexión en su carrera. Quería llevar la pintura figurativa al lienzo grande, característico de los expresionistas abstractos, algo que nadie había hecho antes.
En 1977, le encargaron un gran mural en Times Square, donde podría competir directamente con las vallas publicitarias. Titulado: Nine Women, estaba compuesto por 23 primeros planos de mujeres, de 6 metros de altura, dispuestos en un panel de 75 metros de largo y coronado por una torre de 18 metros de alto en la intersección de Times Square con la calle 42 y la Séptima Avenida “Descubrí que mi pintura era más potente que cualquiera de las vallas publicitarias que lo rodeaban”, afirma Katz. “Fue una de las grandes experiencias de mi vida”.
Retratos
múltiples
Katz
continuó explorando las posibilidades del retrato realizando series dentro del
mismo lienzo. El retrato puede ser doble o múltiple, como una versión de la
hoja de contactos en fotografía o la serie de fotogramas del cine. The Black
Jacket (1972) suma cinco imágenes de una secuencia, ofreciendo vista desde
varios ángulos, frontales o de perfil. Sus primeras repeticiones precedieron a
las de Andy Warhol y su técnica es completamente diferente: Mientras Warhol la
automatiza con el proceso serigráfico, Katz vuelve a pintar la imagen en cada
repetición, y cada vez que la pinta, el resultado es diferente. También se
presentan en la muestra ejemplos de retratos múltiples recientes, como Nicole1
(2016) y Vivien (2016).
Retratos
de grupo
Desde
mediados de la década de 1960 y durante los años siguientes, Katz retrató
grupos de figuras, reflejando el mundo social de pintores, poetas, críticos y
fotógrafos de su entorno. Sin embargo, ya no presenta las figuras sobre fondos
planos, sino en entornos realistas. En The Cocktail Party (1965)
aparecen once amigos del artista, perfectamente reconocibles, compartiendo una
velada en su loft; una composición que recuerda a realistas franceses del siglo
XIX, como Courbet, Manet o Fantin-Latour, que en sus retratos de grupo recogían
la vida artística y literaria de París.
Habría
que esperar 30 años para que volviera a aparecer, tras la primera gran
retrospectiva de su obra en el Whitney Museum (1986), cuando decidió dar el
segundo giro a su carrera con la pintura de paisajes de gran formato. Desde
finales de la década de 1980 y durante la de 1990, Katz dedicó buena parte de
su trabajo a estos grandes paisajes en los que el espectador pudiera verse
envuelto por la pintura. “Para estar dentro del paisaje”, explica Katz “este
tenía que alcanzar hasta entre tres y seis metros”.
En Gold and Black II (1993) los troncos y las ramas se integran con el fondo amarillo en un mismo plano, mientras que Apple Blossoms (1994) recuerda inevitablemente a la técnica del dripping de Jackson Pollock. Estas variaciones lumínicas se mantienen en el trabajo de Katz durante el siglo XXI, y pueden verse en obras como Golden Field #3 (2001), Orange and Black (2006).
Flores
Katz
pintó grandes primeros planos de flores, solas o en pequeños ramos, como White
Lilies (1966) y Rose Bud (1967). Le sirve para ensayar
composiciones, superponiendo formas sin las limitaciones de los cuerpos, que
deben mantener una verosimilitud en el espacio, y le permiten profundizar en su
estudio del movimiento. Al igual que los retratos, son obras de gran tamaño y
no se consideran naturalezas muertas ni fragmentos de paisajes. A principios
del siglo XXI, Katz volvió a pintar flores, cubriendo lienzos enteros con
capullos similares a los de esa primera época.
Cutouts
La exposición
también incluye la obra Green Table (1996), una mesa de madera sobre la que se
presentan 17 cabezas pintadas o cutouts, una práctica que Katz empezó a
desarrollar en 1959, casi de manera fortuita, con la que otorga una cierta
tridimensionalidad a la pintura.
En 1950, Katz se instaló por primera vez en Manhattan y vivió en lofts económicos de la parte baja de la ciudad. Se ganaba la vida trabajando en una empresa de enmarcados y realizando pinturas murales. En 1951 inauguró una primera exposición junto a su mujer, Jean Cohen, eb¡n la Peter Cooper Gallery, y en 1954 expuso en solitario en la Roko Gallery, ambas en Nueva York.
Fuente: Alex Katz. Museo Nacional Thyssen-Bornemisza. Del 11 de junio al 11 de septiembre de 2022. Documentación y fotografías, departamento de Prensa del Museo.
¡ IMPRESIONANTE ! , No se puede - al menos para mi - decir más.
ResponderEliminarMe decidí a escribir esto, por dos motivos, primero el descubrimiento del cuaderno (su web/blog) pues como pintor me gusta debatir de Arte, y luego por su título: Alex Katz: El color es la realidad. Respecto a esto último, si puedo, será otro día, pero referente a hablar de Arte, me encanta ya no solo el descubrimiento de un colega, sino por el descubrimiento de alguien capaz de comunicar emociones, algo, que no siempre se consigue, y si se hace, al receptor, no logramos que las capte. Efectivamente, el color es la realidad, pero, ¿percibimos siempre esa realidad "coloreada" de igual forma? ¿Nos comunica este -el color- las mismas sensaciones de tal forma que podamos generalizar en la misma?... ¡quizás! pero sólo quizás.
Me encanta Alex Katz, pues veo esa línea, ese esqueleto dibujistico que a mi entender, en mi opinión, toda obra debe lleva.
Mis felicitaciones por su artículo
Un saludo